lunes, mayo 26, 2008

Vida y Muerte paradoja humana en el corazón africano.


Paciencia es la hora del fin!... Hermano que has partido estamos contigo!, No estés triste porque me voy pero volveré… decían las letras de algunos cantos religiosos, todos ellos interpretados entre lamentaciones y lloros fueron inundando la cabina de nuestro Land Rover, yo me dedicaba a conducir en medio de una lluvia, a la cual ya le tengo mucho respeto, a veces al mirar por el retrovisor veía esas caras de jóvenes que desgarraban sus gargantas cantando por motivo de la triste noticia de que uno de sus hermanos había muerto en un trágico accidente automovilístico (algo que tristemente se ha hecho muy habitual).
Estábamos casi para salir después del almuerzo en la clausura del segundo encuentro de jóvenes que hacemos para la fiesta de Pentecostés, cuando llegó la noticia que la camioneta de la Policía del vecino municipio de Banga (en la área de la misión) había accidentado gravemente en el camino a Ndalatando causando la muerte a varias personas. Habíamos coordinado que yo iría a dejar a Banga a los jóvenes que habían venido de allí, y ya antes de salir me sorprendió verlos ya ordenados en el Jeep y en silencio. Al iniciar el viaje de mas o menos una hora y media comenzaron las muestras de dolor típicas frente a la proximidad del “óbito”, de la muerte, de los llantos, de la partida de algún familiar… esta manifestación se repite y tiene todo una explicación tradicional que vive el africano frente a la experiencia radical, aquella de pasar del mundo de los vivos al otro.
Se dice que la muerte en África no es una casualidad, sucede por algo o mas específicamente por responsabilidad de alguien, y la mayor de la veces es necesario buscar al responsable de esa muerte. Llámese mal, brujería o fuerzas misteriosas que provocaron la desgracia la cual afecta a toda la familia. La noticia llegará a todas partes, a los familiares (hay que considerar que la familia en África es extensa) y se comenzará el “Óbito” ya sea en Cabinda o en Cunene (los dos extremos de Angla), dónde estén los familiares se llevará el rito de reunirse, lamentarse, llorar y pasar en vigilia compartiendo la comida y la bebida que los familiares mas directos han preparados para los asistentes. El óbito es casi como una gran celebración como una fiesta, incluso existen bailes propios de óbito.
La muerte, la hermana muerte como diría un santo por ahí aquí parece ser una amiga cercana, que visita una y otra vez y no se cansa de llamar a la puerta. En el poco tiempo que llevo en África nunca me había tocado compartir con tantas personas que ya no están, o en términos africanos que nos acompañan de otra parte (eso tiene su resonancia cristiana). ¿Y que es de fulano? Ah si, lamentablemente murió… y el hermano ese que estaba trabajando en tal cosa… se nos fue inesperadamente!... y la señora, y ese joven, etc. Si bien esta realidad humana se da en todas partes aquí me ha parecido muy cercana, curiosamente en un lugar en donde la vida se desborda por todos lados, favorecida por un clima tan particular a cada momento nace la vegetación por todas partes, la vida animal y el mismo hombre (es cosa de pasar por las aldeas o los barrios lo que mas se encuentra son niños y más niños jugando cuidándose entre ellos).
La vida y la muerte, temas que alguna vez estudiamos en la facultad de teología y que más allá de los libros, en esta África nos habla desde su lenguaje misterioso, desgarrador y hermoso a la vez, paradoja que no deja de impresionar.

1 comentario:

Flip dijo...

Olá Padre José,
leio sempre com muita atenção o que ecreve e neste caso deixe-me dizer-lhe que no tempo que vivi em Kiculungo também me apercebi como esse povo encara a morte, incluindo eles o próprio falecido na festa, parecia-me uma celebração em honra dele, que se foi deste mundo, uma maneira de estar diferente da nossa, porém com sentido. Espero que continue bem. Um abraço.
Filipe Vinagre http://flipvinagre.blogspot.com/