viernes, abril 25, 2008

Aquí vamos de nuevo desde Angola

La verdad es que no dejó de apretárseme la garganta cuando… con ojos humedecidos por la ventana del avión vi aparecer la cuidad de Luanda toda iluminada la noche de mi regreso; cuantas cosas fueron pasando por mi cabeza… momentos, personas, palabras, melodías perdidas en mi cabeza ufff… y eso fue haciendo del momento algo especial.

Nunca pensé que saldría tan rápido del aeropuerto, si bien ya mi viaje se había retrasado por un día y tuve que ir a comprobar a la misma agencia en Río de Janeiro que yo era J. A. ya que mi apellido no constaba en la lista de pasajeros, a parte de eso las cosas fueron bien y de ahí para delante todo fue excelente salvo algunos “detalles”. En Luanda salí casi de los primeros, tuve solo dos problemillas que sin los cuales de seguro hubiera batido un record difícil de superar:
El primero fue cuando amablemente y con un poco de duda le mostré la hojita fotocopiada que llevaba y que hacía las veces de visa al señor de extranjería y él sin mirarme me dijo – muy bien pase - y llamó a una señora que me condujo a una sala que tenía el letrero “deportaçoes” es decir deportaciones, ahí me incomodé un poco y me puse a hablar con unos guardias y a tratar de explicarles, es solo aguardar, me dijeron para tranquilizarme pero yo todavía con dudas me puse a llamar por teléfono (la suerte que me quedaba carga en el celular) hablé con la encargada de asuntos de extranjería para los misioneros de la conferencia episcopal y por el teléfono ella me dice que no ha podido ir al aeropuerto pero que no voy a tener problemas, terminó por tranquilizarme un poco y después de la insistencia de uno de los guardias me decidí a tomar asiento y tratando de hacerme como el que no pasa nada veía pasar a lo otros pasajeros por afuera y que me miraban como si fuera un terrorista o algo por el estilo, efectivamente no hubo problema, solo unos diez minutos de espera y llegó otro señor con mi pasaporte en su mano, ¿ya me puedo ir? - pregunté y asintiendo con su cabeza me entregó el pasaporte.
El Segundo fue en seguida de esto cuando miro el pasaporte y veo que aparece una moderna visa angolana que ocupa una hoja entera de mi pasaporte con foto y todo pero que decía VISA especial “IGREJA METODISTA”, no tengo nada contra la iglesia metodista, pero tengo claro que no soy pastor protestante y sólo me sonreí y pensé: “este tipo de detalles se arreglan en el camino” y seguí a buscar mi equipaje … Como nunca mi maleta fue una de las primeras en aparecer por la única correa transportadora de equipaje que tiene el aeropuerto Cuatro de Febrero de Luanda, con agilidad pedí permiso entre la multitud y salí como por un tubo al estacionamiento donde me esperaban mis hermanos angolanos.

Hay varias cosas que quisiera compartir, como que antes de llegar a Luanda terminé de leer un libro genial del maestro de las crónicas, el desaparecido Polaco Kapuscinski, quien con su amena pluma va contando la vida que le toco pasar en la Angola de 1975 en plena crisis de los inicios de la nación angolana. Lo recomiendo para quien quiera saber mas de este país de África - “Un día más con vida” - se llama el libro publicado en español por la editorial anagrama, sinceramente creo que más adelante dedicaré algún tiempo para hablar de esta obra considerada una de las mejores del corresponsal polaco. Sí… “un día mas con vida” libro que compré en diciembre del año pasado hace un poco mas de cuatro meses llegando a Chile sin poder caminar y que fui leyendo de a poco y que sólo terminé poco antes de pisar por segunda vez el suelo angolano, fue sin querer pero me ha hecho pensar en la gracia inmensa que Dios me ha concedido volver a esta misión, como una segunda oportunidad, oportunidad que de seguro respiraban tantos hombres y mujeres de estas latitudes y que en tiempos difíciles al terminar la jornada deban gracias a Dios y podían decir lo mismo: “un día mas con vida”…

Es bien extraño lo que se experimenta cuado uno vuelve pensando en las condiciones en que me fui, realmente creo que uno no es indispensable tan sólo un instrumento, Dios en su infinita bondad nos permite alegrarnos con su obra en la cual nos hace partícipes… los que me conocen aquí en Luanda sorprendidos se han alegrado al verme, algunos como si hubieran visto un fantasma, tal vez no esperaban que volviera, ellos ya están acostumbrados a no saber mas de muchos que han pasado por aquí… tas de volta! bem – vindo!, graças a Deus ja estas bem!
Que Dios nos ayude a continuar caminando, desde nuestra fragilidad de huesos rotos pero de esperanza confiada en que es posible sacar fuerzas de la debilidad y dar desde la pobreza allí donde se fortalece la fe compartiendo y amando en medo de gredosas y calurosas tierras, “desde Angola.”

martes, abril 22, 2008

Camino para Angola, desde Rio.


Ayer he dejado Chile, después de cuatro meses de recuperación, en los cuales pude compartir con mi familia y amigos. Tengo que decir que he vivido un poco ansioso estos últimos días y hoy precisamente estoy cargado de situaciones nuevas, ahora si viene esa frase… “aquí vamos de nuevo”… He llegado a Brasil, a Río y todo pareciera exigirme un esfuerzo por comenzar y una respuesta a lo que Dios ha ido escribiendo. En cuatro meses no se olvida lo sofocante que puede ser el clima del trópico y el poder decir unas cuantas cosas en un portuñol, que es más ñol que portu.
No se realmente si el misionero es algo así como un aventurero, nunca me ha gustado esa comparación, pero esto de ir y no saber nada dónde vas a llegar y con qué te encontrarás pareciera ser parte de esta senda. Mi intención de pasar un día en Río no era precisamente para hacer turismo o algo parecido, la verdad es que quería comprar algún material en lengua portuguesa para la misión, lamentablemente todo quedó en buenas intenciones ya que hoy, mañana y pasado aquí gozan de feriado, así que nada, ni lo uno ni lo otro, ni turismo ni compras, aquí los mercedarios justos están en visita canónica de su provincial pero de igual forma han sido muy hospitalarios y me han convidado a salir a conocer hoy por la tarde.
Miro hacia al frente de la habitación en donde estoy y un pequeño cuadro del salmo 23 adorna la pared pienso un rato y me quedo con un verso que no había reparado antes, al menos tanto como ahora: “Ainda que eu andasse pelo vale da sombra da morte, não temería mal algum, porque tu estás conmigo” porque tu estás siempre conmigo Señor y yo en muchas veces, como indigente busco estar contigo. Imagino que el salmista experimento a Dios en lo que hacía y en lo que le pasaba y en sus búsquedas, a veces desesperadas a veces gozosa, otras afligidas y otras confiadas siempre expresaron humilde búsqueda de la voluntad del Señor. Tal vez pareciera que no nos toque andar, precisamente, por el valle de la muerte pero que importante es que nazca día a día en nuestros corazones la confianza madura en el Señor que nos hace andar por la vida libres de miedo, si temor, por la calle o en un país extranjero, lejos o cerca siempre, siempre no temas dice el Señor… ¡confiados, sabemos, el está con nosotros!.